Adiós a la Vil·la Urània de la Vía Augusta de Barcelona

La finca de 1868 que el astrónomo Comas i Solà cedió al ayuntamiento, situada en la Vía Augusta de Barcelona, será derribada el 7 de mayo
Meritxell M. Pauné Meritxell M. Pauné
Ni un réquiem despedirá a la residencia y observatorio astronómico Vil·la Urània, cuando las excavadoras municipales la echen abajo el próximo lunes 7 de mayo. La finca neoclásica, construida en 1868 y legada a Barcelona por el reconocido astrónomo y divulgador Josep Comas i Solà, será demolida en tres días para que el amplio solar que ocupa en plena Vía Augusta se convierta en un Casal de Barri para los vecinos del Farró.

Su vínculo con la ciudad, a parte de la donación póstuma de su propietario, tiene que ver con un lejano planeta. Lo descubrió en 1921 desde esta finca el propio Comas, con su enorme telescopio, y lo bautizó con el nombre de su amada ciudad, Barcelona. Comas tiene también un cometa a su nombre y fue el primer director del Observatorio Fabra, en Collserola, además de uno de los primeros divulgadores científicos de Catalunya. Tal como dictaba su testamento, en 1936 legó su enorme finca a la ciudad, para que se dedicara “a observatorio popular, grupo escolar o la institución cultural que se juzgue conveniente, deseando que se conserven en la finca los diplomas, medallas, objetos artísticos y científicos y demás recuerdos del testador”. El ayuntamiento ratificó la cesión en 1942, tras la Guerra Civil. La Vil·la Urània está a poca distancia del bullicio de coches de la plaza Molina y es una de las pocas construcciones bajas que quedan en la calle, que ha cambiado radicalmente de fisonomía en menos de un siglo. Aunque es querida por el vecindario, la crónica carencia de equipamientos en el barrio la ha convertido en la vía más pragmática para conseguir al fin el Casal de Barri, la prioridad para el mandato que acordaron el ayuntamiento y la AVV del Farró. El nuevo edificio, cuyo diseño aún se desconoce, conservará algún recuerdo de la finca original, como la placa ‘Vil·la Urània’ de su fachada, que será extraída antes de la demolición y recolocada en el nuevo inmueble. “También hay la voluntad y conversaciones para que el nuevo equipamiento lleve el nombre del científico y para que la Fundació Aster –dedicada a la astronomía- realice actividades de divulgación científica en el Casal, en coordinación con el Observatori Fabra”, asegura el consistorio barcelonés.

El solar tiene dos accesos, desde Vía Augusta 102 y desde la calle Saragossa número 29. Ocupa 914 m2, pero la gran mayoría (724) es un frondoso y arbolado jardín de diseño noucentista. El resto es una torre de planta baja, semi sótano y primera planta, que se usó durante décadas y hasta 2010 como guardería municipal. Desde que sus alumnos se mudaron al vecino CEIP Reina Violant, la finca ha quedado abandonada y su degradación se ha acelerado. El Ayuntamiento asegura que “se tiene que derribar porque está en muy malas condiciones”, aunque los operarios que ya deambulan por la casa circulan sin casco ni protecciones especiales.

La señal de alarma la dio una lona publicitaria que apareció este abril en la fachada principal, de una empresa dedicada a “deconstrucción”, es decir, a los derribos. El consistorio ha confirmado que la firma ejecutará las obras, que durarán unos dos meses, y recalca que se ha “comprometido” con los vecinos a construir y estrenar el nuevo Casal antes que acabe el mandato, pese a que todavía no hay presupuesto asignado. “En el último Consell de Barri del Farró varios vecinos nos pidieron que agilizáramos el derribo, por la creciente degradación de la zona”, justifican las mismas fuentes. Los árboles del jardín serán trasplantados a finales de año, según ha recomendado Parcs i Jardins, excepto una gran palmera que se ve desde la calle Saragosa, que se trasplantará ahora porque es la época óptima para esta especie.

La demolición no tiene trabas legales, porque la finca no está protegida como patrimonio ni como elemento de especial interés para Barcelona. Los diferentes usos residenciales y educativos conllevaron pequeñas reformas, así que la finca actual no conserva al 100% la estructura inicial, algo determinante para lograr una catalogación patrimonial. Jurídicamente, que se trate del último suspiro del Farró rural en el que la burguesía barcelonesa construía sus casas de veraneo es simple romanticismo. “Aunque es un edificio sin valor arquitectónico, se ha hecho un estudio histórico-artístico para que quede constancia de lo que había en él”, tranquiliza el consistorio. El informe, como es habitual, no será de acceso público.

El historiador y bloguero Daniel Cortijo ha divulgado esta semana la noticia y ha conseguido un notable revuelo virtual. “La parte positiva es que el solar se quedará en manos públicas –en 1994 estuvo a punto de ser vendido, pero la movilización vecinal lo frenó– y se cumplirá en cierta manera la voluntad de Comas de darle un uso cultural y pedagógico”, valora Cortijo. “Pero al demoler al Vil·la Uràniaperdemos una parte importante de la identidad dela VíaAugusta, que había sido toda de casa bajas”, señala. Critica la decisión municipal de sacrificar la finca, porque según él “su estado no es irrecuperable y en cualquier caso la degradación que sufre la ha propiciado la dejadez del propio ayuntamiento”.

“Nos pasará como en Les Corts, donde ya no queda nada de la Colònia Castells ni de la calle Anglesola, que era la calle mayor del barrio”, lamenta. Por ello, invita a los vecinos de la zona y a los barceloneses en general a “fotografiar ellos mismos la Vil·la, desde la calle aunque sea, para poder tener un recuerdo de ella que sea menos inaccesible que los informes de Patrimonio”.

La Vanguardia.com
4-05-2012

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