El consistorio abre 7 comedores sociales en ‘casals’ de mayores

INICIATIVA CONTRA LA POBREZA
El servicio atenderá ahora a 700 personas al día de todos los distritos
 

ROSA MARI SANZ / Barcelona
Crisis aparte, la realidad es que en Barcelona más de 50.000 personas de más de 75 años viven solas, y que cerca del 60% de los mayores cobran pensiones por debajo de los 600 euros. La combinación de pobreza y soledad es dramática entre este colectivo. Por eso, el ayuntamiento inauguró hace dos décadas su primer comedor social en Ciutat Vella integrado en un centro para mayores, una iniciativa que a la par que garantizar la alimentación pretende prevenir el riesgo de aislamiento en que viven algunos. El programa se ha ido extendiendo y a final de mes ya estará presente en todos los distritos merced a la inauguración de siete nuevos comedores. Eso supone 175 plazas más que aumentarán hasta cerca de 700 los menús que se ofrecerán a diario en los 20 equipamientos que dispondrán de este servicio.
El proyecto Àpats en companyia, cuya extensión a toda la ciudad ya estaba prevista para este mandato, o sea, que no responde a una medida por la actual situación económica, estará presente antes de acabar el mes en centros para mayores de los distritos de Sarrià-Sant Gervasi, Nou Barris, Les Corts, Horta-Guinardó, Gràcia (dos equipamientos) y Sant Andreu, que se sumarán a los ya existentes en Ciutat Vella (4), Eixample (4), Sants-Montjuïc (3) y Sant Martí (2).

Está dirigido a personas derivadas por los servicios sociales, o sea, que la entrada no es libre. Los usuarios, que solo pueden acudir de lunes a viernes (el consistorio no descarta ampliarlo a los fines de semana e incluso ganar un centenar de plazas el próximo año), pagan un precio público por cada comida, que oscila entre los 50 céntimos y los 3,90 euros en función de los ingresos.

AUTONOMÍA PERSONAL / A diferencia de los servicios de comida a domicilio que ofrece el ayuntamiento, que este año supondrán 10.000 menús diarios, frente a los 6.400 que ofreció en el 2009, los usuarios de estos centros son personas con autonomía personal. Como Rodrigo Iglesias, un vecino del barrio de Sant Antoni de 85 años que ayer acudió, como cada día, a comer al casal del número 44 de Comte Borrell. Su problema, como el de la mayoría de usuarios, es que la paga no le llega. En su caso, dijo, la ley de dependencia aún no atendido a su mujer. Está en una residencia y paga 1.867 euros mensuales gracias a los ahorros de toda una vida. Y aunque el ahorro que le suponga la comida diaria frente a los pagos a los que ha de hacer frente sea casi anecdótico, Iglesias valora el salir de casa por la mañana para ir al centro, algo que no hacía antes.

El Periódico.com
Viernes, 17 de septiembre del 2010

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