Itziar González, una concejal incómoda

RAMON SUÑÉ, Barcelona

La ex concejal de Ciutat Vella, Itziar González Virós, no pudo completar desde el cargo que asumió tras las elecciones del 2007 –a las que concurrió como independiente en la lista del PSC encabezada por Jordi Hereu– la tarea de cambiar las dinámicas de un distrito que desde hace años se le escapaba de las manos al Ayuntamiento de Barcelona. Al entrar en su despacho de la plaza Bonsuccés, esta arquitecta especializada en la resolución de conflictos entre la administración y la ciudadanía, se encontró con un panorama desolador, de muchos vicios adquiridos y altos funcionarios de dudosa moral, más dispuestos a servir a sus propios intereses que al bien común.

Itizar González, ex concejal, saliendo del edificio de los juzgados en Barcelona  Itizar González, ex concejal, saliendo del edificio de los juzgados en Barcelona / Jordi Roviralta

A medida que sus sospechas sobre el oscuro funcionamiento del sistema de concesión o denegación de licencias, sobre todo en materia de apartamentos turísticos, iban tomando cuerpo, Itziar González tuvo muy claro que no podía ser cómplice de la situación.

Su discreto empeño en sacar toda la ropa sucia tendida en Ciutat Vella movilizó a unos enemigos cada vez más numerosos y peligrosos.
 La concejal y el pequeño núcleo de colaboradores de confianza que ella misma había formado sufrieron todo tipo de amenazas –como se pone de manifiesto en el sumario de este caso– y González incluso fue objeto de un robo en su propio domicilio. Tuvo que recurrir a escolta policial y, mientras trataba de poner orden en Ciutat Vella y de hacer de este territorio conflictivo un lugar más amable y con unas reglas del juego más justas –el plan de usos heredado por la actual concejal, Assumpta Escarp, es el ejemplo–, vio cómo también el partido que la había fichado la abandonaba.

Itziar González, captada en su día para la causa del PSC por el primer secretario de la federación de Barcelona, Carles Martí, se había convertido en un elemento subversivo para el establishment, una persona incómoda. Tres meses después de prestar declaración ante la juez, y con la salud afectada, decidió arrojar la toalla y regresar a la vida civil. Le sustituyó, precisamente, Carles Martí. Pero al entonces número dos del Ayuntamiento, oficialmente, se lo llevó por delante semanas después la maldita consulta de la Diagonal.

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La vanguardia.es
7-10-2010

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