La presión vecinal lleva a los Mossos d’Esquadra y a la Guardia Urbana a Trinitat Vella

Los Mossos y la Guardia Urbana ponen en marcha un dispositivo especial contra el tráfico de drogas tras la continua protesta de los vecinos  |  Los habitantes del barrio aseguran que el consumo de heroína en la vía pública se ha disparado

ENRIQUE FIGUEREDO
“Menos mal, qué contento estoy”, decía ayer un satisfecho vecino de Trinitat Vella al observar el dispositivo policial extraordinario desplegado en el barrio contra el trapicheo de drogas. Decenas de agentes a pie, en moto y en coche patrullaban la zona. Los días confirmarán si esa alegría del vecino está justificada o si una vez que los policías pongan fin al dispositivo especial volverá la venta de droga a varios pisos de la calle Foradada y el descarado consumo de heroína inyectada en los aledaños de la ronda de Dalt, tras las mamparas acústicas.

Los Mossos d”Esquadra llegaron a la zona de Trinitat Vella sobre las 18.00 horas. Supuso una sorpresa para propios y extraños. El intendente jefe del distrito de Sant Andreu, Xavier Porcuna, lo supervisó sobre el terreno. Se apresuró a decir que lo que se estaba haciendo ayer por la tarde no era algo “excepcional” o que no hubiera ocurrido antes, sino que se estaba llevando a cabo “con más intensidad”. A los vecinos, en cambio, les debió de parecer excepcional porque se mostraron muy contentos de ver a los agentes. Los vendedores de droga no debían estarlo tanto. La aparatosidad de un despliegue policial de esas características no es bueno para el negocio y menos si hay cámaras de televisión grabando. De hecho, como confirmó el intendente, el dispositivo persigue prevenir y disuadir tanto al camello de bajo nivel a vender como al consumidor a acercarse por allí o consumir en cualquier sitio y abandonar la jeringuilla sin consideración alguna por el barrio.

Dos agentes, ayer, identificando a un peatón en el barrio de Trinitat Vella
Dos agentes, ayer, identificando a un peatón en el barrio de Trinitat Vella /   Xavier Gómez

Porcuna aseguró que los indicadores delincuenciales “se mantienen estables” en la zona de Trinitat Vella, sin embargo reconoce que existe una creciente sensación de inseguridad en el barrio. “La policía también atiende ese tipo de necesidades”, añadió el jefe policial. Este responsable de los Mossos d”Esquadra recordó que desde el despliegue del cuerpo en Barcelona se tendieron puentes de comunicación con el tejido asociativo del barrio, tanto comercial como vecinal, para pulsar la realidad del día a día. Ha sido mediante esos contactos por los que, según el intendente Porcuna, ha llegado a la policía el malestar vecinal motivado por una percepción de inseguridad que las estadísticas no traducen en más hechos delictivos. Porcuna reconoce que existe un mercado de la droga en algunos puntos del barrio pero de muy bajo nivel. “Las cantidades intervenidas en las diferentes operaciones policiales siempre han sido pequeñas”, afirma el intendente. Las sustancias con las que se trafica en la Trinitat Vella son la cocaína, el hachís y, actualmente, la heroína. Esta es la droga de la recesión económica, la de la crisis, como lo fue en los años 80.

Es precisamente la problemática asociada al consumo de heroína el que más preocupa a los vecinos. “Los heroinómanos llegan al barrio desesperados. Van al ambulatorio a pedir una jeringuilla, compran la droga y se la inyectan ahí mismo, en la hierba, junto a la guardería”, comenta un vecino del barrio que participa en las acciones de protesta que se están sucediendo en el barrio. “No nos hacían caso y ahora el problema se ha agravado. Pedimos hace mucho tiempo que se actuara para impedir que los yonquis se pincharan aquí mismo y la respuesta fue ponernos dos papeleras especiales aptas para las agujas. Como puede imaginarse, tras la dosis, esta gente puede estar para muchas cosas pero no para ir hasta la papelera y tirar la jeringuilla. La dejan en el suelo”, relata este vecino.

Porcuna recuerda que consumir droga en la calle es una falta administrativa, pero aclara que si alguien deja abandonada la jeringuilla en el suelo tras inyectarse la droga, este comportamiento puede acarrear consecuencias penales si se demuestra que hay riesgo para las personas. Los vecinos creen que siempre lo hay.

La Vanguardia .es
18-11-2010

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