Sant Pau pide ser intervenido

La dirección solicita a Justícia que avale cada decisión del centro | Un alud de demandas convierten el hospital en “inviable e ingobernable” | Una posible sanción de la Seguridad Social llevaría al centro a la insolvencia

Sant Pau pide ser intervenido

Fachada del nuevo hospital de Sant Pau David Airob

Ana Macpherson Ana Macpherson, Barcelona

El hospital de Sant Pau se pone en manos de Justícia. El presidente de la fundación gestora del hospital, Xavier Pomés, comunicó el lunes al Protectorat de Fundacions del Departament de Justícia -el organismo del que dependen todas las fundaciones, como la del hospital de Sant Pau- su solicitud de que a partir de ahora actúen jurídicamente en el centro sanitario. De forma temporal, pero sin fecha final.

Así lo comunicó el doctor Pomés a los 200 cargos del hospital ayer por la tarde. Esa decisión supone entregar la autonomía de gestión. A partir de este momento, cada decisión que se tome en el hospital deberá estar avalada y fiscalizada por el protectorado, así como por la dirección general de Dret i d’Entitats Jurídiques. Esta intervención va mucho más allá de la vigilancia económica que decidió hacer el Departament de Salut hace un año ante el incumplimiento de los presupuestos del centro. La petición a Justícia ha sido discutida previamente con los departamentos de Salut y Economia i Finances, así como con secretaría de Presidència.

Los motivos de esta intervención temporal del hospital -propiedad de la Generalitat, del arzobispado de Barcelona y del Ayuntamiento, pero regido por otra fundación de gestión dirigida por un patronato en el que hay mayoría de la Generalitat- residen en parte en ese galimatías de definición de la entidad. Ese ha sido el caballo de batalla de los empleados y el desencadenante de la parálisis actual. Según anunció Pomés a los doscientos mandos, el hospital está a punto de la más absoluta inviabilidad económica y resulta imposible de gobernar. La inviabilidad económica actual tiene su último episodio -como gota que colma el vaso, no como causa principal- en una posible reclamación por parte de la inspección de trabajo de once millones de euros. Esa amenaza de sanción se basa en que las horas de guardia de los profesionales pueden ser consideradas como horas extra, lo que exige una cotización en la Seguridad Social diferente a las horas ordinarias (aunque no supone diferencia en el salario de quienes las realizan). “Esa sanción se llevaría por delante todo el esfuerzo económico del 2012 para reducir el déficit de 19 millones de euros anuales”, señalan fuentes del hospital.

Como volver a la casilla de salida de un agujero económico que casi alcanza los 50 millones de euros. Las actuaciones de la nueva gerencia del centro (Xavier Corbella es gerente desde mayo pasado tras varios meses sin dirección por el cese del anterior gerente, Jordi Varela) han frenado el déficit y han permitido terminar el año con menos 6 millones, en lugar de los menos 19 previstos.

Esa posible sanción tiene también temblando al resto de hospitales de la XHUP, la red hospitalaria de utilización pública que engloba al 80% de los hospitales que trabajan para el Servei Català de la Salut y que, como Sant Pau, tributan a la Seguridad Social las horas de guardia como ordinarias.

“La multa nos coloca en una situación de riesgo absoluto, abocados a la insolvencia. Hasta ahora se ha ido haciendo frente, sobre todo, pagando más tarde a los proveedores. Si traspasamos este límite, no nos servirán”, explican fuentes de la dirección del hospital.

La segunda razón aducida para entregar la responsabilidad de la gestión al Departament de Justícia es la ingobernabilidad. En los últimos diez meses, en los que se pretendía acometer grandes cambios para arreglar el hospital, sólo se ha conseguido un acuerdo con el comité de empresa. En su lugar, un enjambre de demandas, que empezaron por una denuncia por delito societario, malversación y estafa procesal, con la que se persigue, entre otras cosas, que se reconozca al hospital como una entidad privada y no pública. De ese modo, no se debería imponer a los trabajadores del hospital los recortes salariales (la extra de Navidad) y de servicios (guardería, comedor) que se han aplicado a la función pública.

¿Y después? “Esta es la última oportunidad”, advirtió el presidente del patronato a los mandos del hospital reunidos. Desde el punto de vista de la dirección, es posible que después de este episodio de excepción se recupere totalmente la autonomía de gestión, pero creen que si no se consigue la total reestructuración del centro “se abrirá la puerta a cualquier otra cosa”.

Los directivos están pidiendo, básicamente, que sus médicos se mojen y cambien su actitud. “A pesar de la situación, el año se cerró con una buena actividad asistencial y sin perder calidad”, aseguran. Y apelan a esa mayoría de profesionales.

Y se cita de vez en cuando al hospital Clínic, también a la espera de una definición empresarial y aún, también, bajo la presidencia del doctor Pomés. En el Clínic esperan la presentación de los presupuestos de la Generalitat para saber cómo van a quedar organizados. Según una carta de la gerencia a sus trabajadores, las claves de esa reordenación serán convertirse en una fundación con participación de los profesionales del centro y seguir siendo un centro absolutamente público. En este hospital, estructurado hasta ahora en torno a varios institutos con una importante autonomía de gestión, los médicos asumieron un papel mucho más decisivo en la actividad. Cada instituto tiene un presupuesto adjudicado y elige a uno de sus médicos para dirigirlo. Cada equipo conoce el dinero con el que cuenta para ese año y decide cómo se va a invertir para llevar a cabo la actividad que tiene encomendada y la que se propone avanzar o intensificar.

Ese modelo de implicación de los médicos se intenta extender a los responsables de enfermería. Por eso, enfermería y facultativos son los principales posibles socios de la nueva fundación, que podría crearse para dirigir el Clínic. Pero quedan muchos flecos y los representantes de ambos estamentos se quejan de no saber nada concreto.

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