“Quien la hace la paga, aún nos queda algo de ética y te invitamos a (dimitir) darte una oportunidad antes de que pase lo irreparable”. No es una película de cine negro, es la realidad y ha pasado en el distrito de Ciutat Vella de Barcelona; los malos no son la tropa de Al Capone, sino personas vinculadas a la Administración. Y quien recibe las amenazas no es Eliot Ness y sus incorruptibles Intocables, sino la entonces concejal de Ciutat Vella Itziar González y un reducido grupo de colaboradores que terminaron aterrorizados por las presiones. Durante su etapa como concejal, González intentó aclarar la concesión de licencias en el distrito en el marco de su actuación para evitar pisos turísticos ilegales. Empezó a revisar algunos de los contratos y salieron los trapos sucios.
Entonces empezaron las amenazas. González tuvo que recurrir a escolta policial aunque meses después se le retiró sin explicación alguna. El partido que la había fichado la dejó sola y sin protección. Aun así, su trabajo permitió que el caso llegara al juez y que se imputara a varios cargos. Finalmente, cuando ella dimitió, se sabía soto voce que había llegado al límite de su resistencia. ¿Cómo puede ser que una persona con cargo público fuera amenazada de muerte, su equipo aterrorizado y la propia Administración no tomase cartas en el asunto? Indica hasta qué punto el Ajuntament ha perdido el control de este distrito y cuán enquistada está la corrupción.
Según nuevas informaciones sobre el sumario del caso, en el tinglado podrían estar vinculados dos altos cargos del Ajuntament. El tufo a podrido, pues, escala cada vez más alto. Lo peor es que estos cargos presumiblemente vinculados a la trama, aunque salen citados en el sumario, ni siquiera han sido imputados. Puede, incluso, que se sientan cada día a trabajar con el funcionario al que, cuando caiga la noche, amenazarán por hurgar donde no debe.
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