Paisaje de módulos sin perchero ni pizarra

La estrechez y el futuro incierto por un litigio urbanístico que afecta a su ubicación final marcan el día a día de la escuela La Maquinista.

FELIP VIVANCO – Barcelona  

Nueve de la mañana. Abril llora como tantos otros niños y niñas en ese justo instante en cualquier colegio de cualquier barrio de cualquier ciudad.

 Abril no llora porque se estrene en P-3 o porque su escuela sea un asentamiento de barracones (limpios, asépticos y con aire acondicionado, pero barracones) situados en medio de un aparcamiento junto al mar de vías en Sant Andreu. A la cría le entra la pena porque ha visto a su hermana llorar. Y su hermana llora pero no porque sea su tercer año en este pequeño enclave de Barracolandia ni porque en su flamante nuevo módulo (no es de lujo aunque le llamen dúplex) aún no hayan llegado ni las pizarras, ni los percheros. En la escuela de infantil La Maquinista, sita en la calle São Paulo 19, se junta el hambre con las ganas de comer. Lejos de tener planes (y planos) para una escuela de ladrillo, los maestros y padres de los 150 escolares intentan sacar el máximo rendimiento a este pequeño universo de módulos prefabricados a la espera de que se desbloquee su situación. Los terrenos destinados a su colegio están bloqueados por un litigio judicial en el Tribunal Supremo, con lo que la única solución es esperar y aprovechar hasta el último milímetro cuadrado. “No sabemos ni si habrá colegio, ni dónde estará, ni cuándo”, resume Marta Piriz, que es la presidenta del ampa y que muestra cómo el nuevo módulo, que sólo tiene capacidad adicional para cobijar a la camada de P-3 del próximo año, se sitúa en lo que el año pasado era el huerto del colegio. …

La Vanguardia.es
8-09-2010

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