Es probable que el nivel cero de accidentes no se alcance nunca.
Un camión detenido en un chaflán del Eixample; el cadáver de una usuaria del bicing tendido ante sus ruedas traseras; su bicicleta retorcida bajo el parachoques… Esta es una de las primeras imágenes periodísticas del nuevo año en Barcelona.
Fue tomada el lunes en la confluencia de Diputació y Aribau, poco después de que una mujer de 49 años, que circulaba sobre dos ruedas por el carril bici, fuera arrollada por el vehículo de gran tonelaje y falleciera en el acto. Una imagen trágica, que nos invita a reflexionar sobre la seguridad vial, y a hacer cuanto esté en nuestra mano para mejorarla.
El uso de la bicicleta, también en el medio urbano, ha experimentado un gran avance. El bicing, el servicio público barcelonés de bicicletas, es una clara prueba de ello. En conjunto, sus 6.000 vehículos recorrieron en 2011 cerca de cuarenta millones de kilómetros, lo que supone un incremento de alrededor del 25% respecto al año anterior; a pesar de que el número de bicis disponibles no aumentó de un ejercicio a otro.
La bicicleta –lo hemos dicho en otras ocasiones– ha venido a Barcelona para quedarse. Es preciso optimizar su convivencia con los otros medios de transporte y con los peatones. La mejoría de la seguridad vial es posible. Pero, por desgracia, para alcanzarla parece a veces necesario que el número de víctimas de incremente. En agosto murieron en las carreteras catalanas nueve motoristas. En septiembre, cinco. Este balance superaba en mucho al de 2010.
Enfrentado a estos hechos, el Servei Català de Trànsit puso en marcha un plan de choque, con mayores controles policiales en los puntos negros y campañas radiofónicas de concienciación. No fue un dispositivo muy oneroso. Pero dio frutos inmediatos. En octubre falleció un solo motorista. En noviembre, otro… Estos datos –como los relativos al conjunto del Estado español, también muy alentadores– nos sugieren que la seguridad del bicing puede ser incrementada. Y hacen más urgente la conclusión del estudio sobre este particular impulsado por el Ayuntamiento, así como su rápida puesta en marcha.
Es probable que el nivel cero de accidentes no se alcance nunca. Por definición, un accidente es un suceso imprevisible, que altera el orden de las cosas y, en buena medida, escapa a nuestro control. Pero bajo este concepto de accidente aplicado al tráfico se sitúan sucesos que pueden ser fruto de factores corregibles, como el exceso, la impericia o el despiste de los conductores, así como una mala señalización, etcétera. En estos casos queda mucho por hacer para seguir reduciendo la siniestralidad y las pérdidas de vidas humanas.
La Vanguardia.com
07-01-2012
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