Hallan en Sant Andreu (Barcelona) fotografías y programas de fiestas de principios de siglo

Se trata de un álbum familiar de la familia Pinyol y de programas de fiesta mayor de 1904 a 1949, almacenados en una buhardilla

 Andrea Daza- Meritxell M. Pauné

El vecindario de Sant Andreu, en Barcelona, ha hallado este verano dos pequeños tesoros para su historiografía local. Una familia de la zona localizó a principios de junio, olvidada en una buhardilla de la calle Montpeller (antigua calle de Santa Teresa), una caja llena de programas de las fiestas mayores de Sant Andreu de principios del siglo XX.

Al cabo de un mes, otra vecina divulgó en Internet la existencia de varios álbumes de fotos familiares que contenían imágenes de Barcelona y del área semi-rural que rodeaba la ciudad condal, tomadas desde los años 10 y 20 hasta el boom urbanístico de los años 60. Según el historiador Pau Vinyes y el fotógrafo Xavier de la Cruz, ambos vecinos del barrio y miembros del Centre d’Estudis Ignasi Iglésias (CEII), son dos hallazgos “excepcionales y únicos, de un valor histórico de gran importancia”.

Quizá lo más valioso para la historiografía barcelonesa y catalana en general sean los programas de Fiestas de Calles, de los que hay sobrevivido muy contados ejemplares. Son un tipo de publicación poco estudiada, que recogía celebraciones vecinales autogestionadas muy habituales antes de la Guerra Civil. “Estos programas de Sant Andreu son valiosos por varios motivos”, argumenta Vinyes. “Se ha conservado y en muy buen estado una colección de más de 100 ejemplares, algo insólito, que documenta cómo era el ocio popular a principios del siglo pasado. Podría servir para confeccionar un mapa del tiempo libre y festivo de los barceloneses y para conocer mejor la vida cotidiana de entonces”, añade.

Los programas
La caja, que encontró Teresa Martínez por casualidad en la buhardilla, contenía un centenar de publicaciones, la más antigua data de 1904 y la más reciente, de 1949. Hasta ahora no se conocía de la supervivencia de ningún programa festivo de Sant Andreu de principios de siglo, lo que permitirá al CEII –dedicado a la historia de este barrio, que fue municipio independiente hasta 1897– estudiar el tipo de actos religiosos y oficiales que se organizaban en las fiestas patronales del barrio (30 de Noviembre, San Andrés). Los actos presididos por las autoridades, según se desprende del compendio, habrían empezado en los años 20, se extendieron durante los 30 y quedaron del todo institucionalizados durante el franquismo.

En los programas también hay numerosos anuncios de comercios de la época y se recogen ejemplos de la vida social de las asociaciones de entonces (como La Llum Andreuenca, el Casinet de l’Avenç Republicà, el Casinet del Progrés, el Cercle Cultural Els Catalanistes, la Societat Obrera Instructiva y el Casal Catòlic). Incluyen, además, convocatorias a las fiestas que organizaban los vecinos de las diferentes calles y plazas, generalmente en torno a la llegada de la primavera o del verano. Ésta sería la parte más importante del hallazgo, dado que ya casi se han extinguido y sólo se celebran en tres o cuatro calles durante la Fiesta Mayor.

También tiene interés, según Vinyes y De la Cruz, la elegante estética modernista de los programas, muchos en formato de mano, en especial los comprendidos entre 1904 y 1926. También tienen relevancia los editados durante la II República, por su iconografía art déco y su lenguaje popular en catalán. Xavier de la Cruz está trabajando ya en su digitalización.

El álbum de fotos
El segundo hallazgo consiste en cientos de fotografías de familia y de la vida cotidiana en las calles de Sant Andreu y en una masía cercana a Barcelona, con la particularidad que habrían sido tomadas, según se estima, en los años próximos al cambio de siglo. Incluyen vistas de la parroquia de Sant Andreu de Palomar, la más antigua del distrito, de la Plaça de l’Estació y la entrada de la actual Clínica Sant Jordi y del milenario Rec Comtal, del que hoy apenas se conservan unos pocos tramos.

“Algunas son curiosas”, dice con modestia Lourdes Pinyol, la persona que encontró las instantáneas en su casa, repartidas por varios álbumes familiares. Las más antiguas no tienen fecha pero las hizo su abuelo, Andreu Pinyol Carrió (1890-1952). La afición de su abuelo encontró continuidad en su padre, Armand Pinyol (1921-1997), autor de las más recientes, que incluyen tres de la famosa nevada de 1962.

Según De la Cruz, “las más antiguas son instantáneas de mucha calidad, seguramente realizadas con una cámara Kodak y con perspectivas y encuadres singulares, que les dan valor histórico” porque muestran fachadas y calles poco retratadas. De la parroquia, por ejemplo, evitan los planos frontales de la fachada principal -muy abundantes en los archivos históricos, tomados desde la céntrica plaza Orfila- y buscan ángulos inusuales desde otras calles cercanas. La colección también contiene imágenes más periodísticas, como varios conventos e iglésias quemados en 1909 durante la Semana Trágica, el público asistente a un espectáculo en 1928 y la elección de las tres Miss de 1934. Otras, de carácter más familiar, son representativas de su época: un chiquillo jugando con el primer juego Meccano (1929), una visita al cementerio en los años 20, un domingo de Ramos con mantilla y ropa negra y la primera comunión de un grupo de alumnos nacidos en 1921.

Al encontrarlas, Lourdes Pinyol las digitalizó porque temía que se deterioran irreversiblemente y porque muchas ya estaban un poco descoloridas y gastadas por los extremos. Se le ocurrió colgarlas en baja resolución en su página personal de Facebook, donde por sorpresa suya causaron sensación entre sus contactos. De ahí trascendió al blog L’Opinió Andreuenca, que advirtió al Centre d’Estudis Ignasi Iglésias. Éste ha expresado su voluntad de restaurarlas e imprimirlas de nuevo en alta resolución, para que “su alto valor histórico sea aprovechado” en futuros trabajos historiográficos; mientras que De la Cruz ha digitalizado ya toda la colección.

“Animamos a la gente a hacer público el patrimonio gráfico que tienen almacenado en sus casas, para poder completar los peldaños de nuestra historia reciente que han quedado poco documentados. ¡Nos sorprenderíamos de la cantidad de pequeños tesoros que tenemos olvidados en buhardillas y casas antiguas!”, remacha Pau Vinyes.

La Vanguardia.com
3-08-2011

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