El consistorio asegura que no puede hacer nada más contra las barracas

El retorno del chabolismo a Barcelona | REACCIONES A LOS ASENTAMIENTOS EN EL 22@

Que los asentamientos de barracas en el 22@ estén instalados en suelo privado ata prácticamente al ayuntamiento de pies y manos para poder erradicar esta dramática situación, según mantienen sus portavoces. «Aseguramos la asistencia social básica a todos sus habitantes y procuramos instar a los dueños de los solares vacíos a velar por ellos para evitar estas situaciones, pero, al margen de eso, poco más podemos hacer. Hay muchas cosas que se nos escapan, que no son competencia nuestra, como la regulación de las personas en situación irregular», asegura una voz municipal.

Precisamente eso, pasar de un tratamiento más asistencialista -asegurar la sanidad y la educación- a la búsqueda de una solución global a medio y largo plazo es lo que imploran las asociaciones que trabajan con los barraquistas, como Apropem-nos -que se centra en el colectivo de senegaleses- y Quart Món -que trabaja con los gitanos.

Núcleo de barracas en la calle de Llull, uno de los muchos en el barrio del 22@, en el distrito de Sant Martí. FERRAN NADEU

Para Manel Andreu, portavoz de Apropem-nos y miembro de la asociación de vecinos del Poblenou, la solución a un problema «tan complejo» pasa «necesariamente» por un acuerdo a cuatro bandas entre la sociedad civil, los propios barraquistas -quienes muchas veces se han sentido excluidos en la elaboración de planes para decidir su futuro- y las entidades que trabajan con ellos-, el ayuntamiento, la Generalitat y el Gobierno; algo en lo que coincide un portavoz municipal.

Como en cualquier metrópoli, la infravivienda nunca ha sido completamente erradicada en Barcelona. Muy poco tiempo después de aquel 7 de noviembre de 1990 en el que el propio Maragall ayudara a demoler con sus propias manos lo que se consideró «la última barraca», llegó a la ciudad una nueva ola migratoria que esta no fue capaz de absorber en condiciones. Se vivieron entonces momentos de visualización de la miseria, como la acampada de subsaharianos en la plaza de Catalunya en verano del 2000 -mucho menos amable que la del florido 15-M- o los episodios de los antiguos cuarteles de Sant Andreu, en el 2003.

POLÍTICA DE VIVIENDA / «El problema viene de lejos. En los últimos años no ha habido políticas decididas de vivienda pública y eso ha originado la infravivienda, el barraquismo invisible», apunta el antropólogo Manuel Delgado, quien añade que la actual crisis económica no ha hecho más que hacer visible esa miseria latente, idea con la que coincide el economista y presidente de Justícia i Pau Arcadi Oliveres. La falta de trabajo y el fin de los subsidios para muchos ha hecho que no pocos ya no puedan ni siquiera pagar una cama caliente (por horas) en un piso patera, lo que ha hecho visible su drama. Así se han disparado situaciones de barraquismo como la del 22@, denunciado ayer por EL PERIÓDICO.

A ojos de Jordi Bonet, presidente de la Federació d’Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB), el punto de partida de la capital catalana es mejor, por ejemplo, que el de núcleos de barraquistas de Madrid, ya que en los campamentos de Barcelona la gente no trafica con droga, sino que se dedica a la «economía informal no delictiva», como es la recogida y venta de chatarra. «Se trata de personas que trabajan, que hacen una función. Una solución podría ser la búsqueda de una formalización de esa actividad, como ha sucedido en otros lugares, como en Francia», mantiene Bonet, quien insiste en que la presión policial no es en ningún caso una solución, ya que no hace más que trasladar el problema algunos metros más allá.

Pese al optimismo inicial -existen soluciones- el presidente de la FAVB recuerda que la asociación hace tiempo que advierte de que el barraquismo en forma de barracas -valga la redundancia- erradicado o prácticamente erradicado antes de los Juegos Olímpicos estaba volviendo a la ciudad y de la urgencia de tomar cartas en el asunto. «Es necesario erradicar esta situación de miseria, pero hay que hacerlo ofreciendo soluciones. Vivienda digna y trabajo», concluye.

El Periodico.com

7-03-2012

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