Los cines perdidos de Barcelona

Un libro reivindica la memoria de más de un centenar de locales cinematográficos de barrio que hoy en día ya no existen

Jesus Sancho14/12/2015 | Actualizado a 15/12/2015

Cines con butacas de madera, programación con dobles sesiones, en lugar de palomitas los espectadores llevaban sus bocadillos…un estilo de cine no tan lejano en el tiempo que Barcelona ha perdido y no ha podido subsistir con la llegada de las modernas multisalas y las proyecciones tecnológicas más avanzadas . Ahora el libro ‘Barcelona tuvo cines de barrio’ (Editorial Temporae), obra de Roberto Lahuerta, cinéfilo y miembro del archivo histórico Roquetes-Nou Barris, reivindica y recupera la memoria colectiva de un total de 132 locales cinematográficos de barrio que vivieron su época dorada en los años 60 y 70 y hoy en día han desaparecido reconvertidos en supermercados o parkings.

“Con el paso del tiempo los hábitos fueron cambiando. Venció la batalla la televisión y el vídeo doméstico, junto a los precios algo elevados. Pero el caso es que los locales de cine se fueron vaciando de contenido, se fueron cerrando y abandonando, actuando la piqueta y excavadora con prontitud. Pocas huellas quedaron en los diferentes barrios”, denuncia Lahuerta, que presenta su libro este martes a las 19:00 horas en la sede de la asociación ‘Els Propis’ (Via Júlia, 201).

Una de las últimas víctimas de cine de barrio ha sido el Lauren de Horta, cerrado en verano del año pasado y anteriormente había sido el cine Dante, inaugurado en 1966. “El cine Dante, junto al cine Texas, fueron las dos últimas reliquias de una época en que la gente iba al cine de su barrio y que Barcelona era la capital de las distribuidoras norteamericanas y la ciudad con más salas del país”, explica el autor de ‘Barcelona tuvo cines de barrio’.

Otro cine con mucha historia es el también reciente desaparecido Arenas por razones urbanísticas. Aunque en sus últimos años era un cine de temática gay, el Arenas se inauguró un 25 de diciembre de 1928, poco antes de la inauguración de la Exposición Internacional de 1929, y entonces sobrepasaba las 2.000 localidades. También en sus primeros años de vida fue algo más que un cine y acogió incluso festivales de ópera.

Imagen del desaparecido cine Arenas, que estaba en la calle Creu Coberta, 22-24, en el distrito Sants-Montjuïc (Munso Cabus)

Otro de los grandes cines de barrio de la capital catalana estaba en el distrito de Sant Martí, el cine Levante, inaugurado en 1958 y reconvertido hoy en bingo. Este cine, ubicado en la rambla Guispúcoa 70-72, fue uno de los de más capacidad de Barcelona con 2.100 localidades.

El Cine Venecia, en el barrio de Horta, fue otro de los destacados cines de barrio con 1.500 localidades, divididas entre el anfiteatro y la platea. En sus últimos años también se utilizó la platea como escenario de actuaciones musicales y el 26 de febrero de 1978 se organizó el Gran Festival de Música Flamenca con Manolo Escobar como cabeza de cartel. Y es que entre los distintos usos, Lahuerta apunta que los locales eran más que meramente cines de barrio y era un “punto de encuentro social” que se utilizó para acoger desde “festivales de música hasta diferentes mítines”.

L’Eixample, el distrito con más cines de barrio

Estos cines de barrios solían programar dobles sesiones de películas que habían saltado de la cartelera de las salas de estreno. Las películas se solían proyectar a partir de las cuatro de la tarde. “Era un tipo de cine de proximidad muy familiar, conocías a todo el personal y en la pausa entre película y película podías ir a casa a buscar la merienda”, recuerda Lahuerta.

Las películas que tuvieron más éxito fueron “las de Martínez Soria y las de Cantinflas, las salas estaban llenas con estas películas los fines de semana y algún día entre semana”, detalla el autor del libro ‘Barcelona tuvo cines de barrio’.”Los cines de barrio proyectaban dos tipos de películas, las de la cartelera y que se exhibían dentro de la sala, y las de la vida de los barrios y de sus gentes, esas virtuales, sin proyector, celuloide ni pantalla”, explica en el prólogo del libro Ricard Fernández, historiador y archivero del Arxiu Històric de Roquetes-Nou Barris.

Por barrios, Lahuerta ha documentado que el mayor distrito con cines de barrio fue L’Eixample (23), seguido de Sant Martí (21), Ciutat Vella (20), Sants-Montjuïc (19), Nou Barris (15), Horta-Guinardó (13), Gràcia (12), Sant Andreu (9), Sarrià-Sant Gervasi (5) y Les Corts cierra la lista con cero, aunque “luego se instaló el Renoir, pero no tenía cine de barrio”, puntualiza el autor.

Imagen del desaparecido cine Dante, que estaba en el passeig Maragall, 415 en Horta-Guinardó (Archivo Roberto Lahuerta)

El legado de los cines de barrio

El espíritu de cine de barrio pervive adaptado a los tiempos modernos, tal como recuerda Lahuerta, en cines como el Maldà o el más recientemente el Zumzeig Cinema, que combina estrenos con reposiciones. Otro ejemplo es la Sala Phenómena Experience, que había albergado originalmente el cine Nápoles y ha recuperado éxitos cinematográficos de los años 70,80 y 90 con sesiones dobles. De la mano del director de cine Ventura Pons también ha resucitado el cine Texas, en la calle Bailén, 205. Lahuerta explica como María Nuria Vives, taquillera del cine Texas en los últimos 25 años, recuerda en su época dorada que los domingos acudían 600 personas y con el aforo lleno aún entraban 200 más para ver la película de pie. Ahora un pequeño trozo de la historia del Texas ha renacido. Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, quizás en el caso de los cines de barrio sean una excepción.

Publicado en  la Vaguardia .com

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