El retratista de Sant Andreu

Manuel Álvarez, un fotógrafo aficionado, lleva más de media vida captando imágenes del barrio
 
HELENA LÓPEZ / Barcelona

Entre las primeras fotos que tomó en Barcelona, en los últimos 60, recuerda un reportaje en Nou Barris. Un encierro en el colegio Font de l¿Eucaliptus ¿centro que ya no existe–, en Torre Baró. Reclamaban calefacción. “En esa misma época hice para la asociación de vecinos de Torre Baró un reportaje de fotos donde comparaba los colegios de Nou Barris con los de Sarrià”, cuenta Manuel Álvarez, fotógrafo aficionado llegado a la capital catalana en 1968, atraído por la eclosión de la calle de Tuset, y que lleva más de media vida retratando el barrio de Sant Andreu, donde se instaló en noviembre de 1975.

 “Yo estaba al tanto de todo lo que se cocía en Barcelona porque leía la revista Destino y el Tele Express”, cuenta Álvarez, quien colabora con sus fotografías con la revista de barrio ‘Sant Andreu de cap a peus’ desde su creación. “Nada de eso de venir con una maleta de cartel atada con cuerdas. Yo vine en el Expreso de Vigo, en litera.

No venía de debajo de un olivo en un pueblo de Jaén. Venía de una pequeña ciudad de provincias, y venía con un oficio, era grafista y encuadernador”, prosigue el hombre, quien reivindica que procede de una familia de clase obrera, pero ilustrada. De hecho, llegó con unos ahorros de 10.000 pesetas y con una lista de películas y obras de teatro para ver. “Nada más llegar a la estación de Francia, me fui directo a la calle de Tuset”, indica Álvarez, quien apunta que una de las primeras cosas que hizo fue ir a Núria Espert en Yerma, en el Coliseum. «Venía con la intención de que si me iban bien las cosas, me quedaba», recuerda.

Paisajes de periferia

De los muchos trabajos que ha hecho, recuerda dos con especial cariño: la exposición ‘Paisajes de periferia’, con fotos de Sant Andreu y de Nou Barris y la película Sant Andreu del Palomar, un lloc per viure. Se estrenó en el Versalles, uno de los bares con más historia del barrio ahora hace justo un año. «Fue un éxito apoteóstico. Se lleno esto que no veas. A la gente le tocó la fibra porque combiné fotos antiguas del barrio con fotos modernas», cuenta.
Manuel explica que uno de sus pequeñas grandes victorias fue lograr la protección de los vestigios de un molino medieval en el barrio, a pocos metros de La Maquinista y de las obras del AVE. “Paseé por allí un domingo para hacer fotos de los restos del Rec Comtal y vi que todavía se veía el molino. Tomé muchas imágenes. Gracias a esas fotos se logró que la zona se protegiera y no se lo cargaran todo”, recuerda orgulloso. “Fui de los primeros fotógrafos que entró en Can Fabra cuando lo adquirió el ayuntamiento. En mi archivo hay fotografías de todo el patrimonio del barrio”», presume. Además de la asociación de vecinos, Álvarez es miembro del Centre d¿Estudis Ignasi Iglesias.

Su último trabajo, siempre ligado al barrio, ha sido formar parte del consejo asesor de ‘L¿abans’ de Sant Adreu del Palomar, coleccionable con imágenes del antiguo pueblo, anexionado a Barcelona ahora hace 115 años.

El Periódico.com
Martes, 25 de septiembre del 2012

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