Lo que me faltaba por oír

¡Váyanse a vivir a Sant Cugat o a Tiana, donde sea, que aquí necesitamos montar más hoteles! En el colmo del descaro, el presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos, Joan Molas, ha reclamado a prensa, radio y televisión que abandonen “el injusto maltrato” al que someten al turismo que visita Barcelona, tan sólo porque “se colapsan cuatro o cinco calles”. “Por ejemplo la Rambla o el paseo de Gràcia”, precisa el despacho de Efe, que explica que la reclamación tuvo lugar anteayer, en un acto del Club de la Prensa Turística en el que también estuvieron Jordi Clos, de Turisme de Barcelona; Jordi William Carnes, del Ayuntamiento, y el incombustible Joan Gaspart. Todos ellos piden que los hoteles barceloneses no tengan que aplicar la tasa turística, como hacen los de las principales ciudades turísticas del mundo.

Es decir: según Joan Molas, los medios someten al turismo a un “injusto maltrato”. ¿Maltrato? Según el diccionario, maltrato es la “acción y efecto de maltratar”. Y maltratar es “tratar mal a alguien de palabra u obra”. Descartando la posibilidad de que los redactores de los medios vayan por ahí persiguiendo a los turistas para darles collejas y patadas en la espinilla, queda claro que el maltrato del que Molas habla es el de palabra. Y ¿por qué cree eso? Pues porque de unos años hacia aquí se está denunciando el atropello que el turismo zarrapastroso supone para los barceloneses. Los hoteleros están la mar de felices con la jauría de turistas que sufre la ciudad y, si hubiese más, mejor les parecería, aunque ello implicase expulsar aún a más ciudadanos. “¡Váyanse, váyanse a vivir a Sant Cugat o a Tiana, donde sea, que aquí necesitamos pisos y edificios para montar más hoteles y más apartamentos turísticos!”. La zona centro de la ciudad está devastada y la devastación se extiende cada vez más. Durante los noventa todo eso se silenciaba. Se suponía que el negocio turístico estaba por encima del bien y del mal y que por eso había que callar ante las tropelías. Pero la gente se ha hartado. Y, entre la gente, muchos periodistas que no dudan ya en decir lo que opinan. Es eso –decir lo que se opina– lo que Molas llama “injusto maltrato” al turismo.

Fíjense además en un lapsus muy interesante. Habla Molas de “injusto maltrato”. Lo cual supone que, en su fuero interno, considera que hay un “justo maltrato”. Y no es así: maltratar es siempre injusto. Se puede ser duro e incluso violento con quien lo es, pero eso no es maltratar sino defenderse. Curioso cerebro el de Joan Molas, capaz de albergar la idea de que en según qué casos es justo maltratar. Aunque no debiera sorprenderme, viniendo de alguien para quien Barcelona no es más que un decorado para que él, sus hoteles y sus hoteleros hagan el agosto cada mes del año, alguien que considera que los medios de comunicación deberían ser lacayos que silenciasen el daño que este turismo está haciendo a Barcelona.

Article publicat per Quim Monzó en la Vanguardia

Enviat per aigua al coll
diumenge 31 d’octubre de 2010

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