Cuando los planes no (les) salen bien. De victorias vecinales y el suicidio del PSC

Ahora no hay excusas: para los vecinos movilizarse tiene sentido, para el Ayuntamiento actuar democráticamente es una obligación. Los planes no les han salido bien, pero les pueden salir peor si siguen desoyendo las demandas populares.
 
Ya pasó en 1972, cuando las movilizaciones de los vecinos de La Barceloneta y el Poble Nou salieron a la calle para mostrar su rechazo al Plan de la Ribera. Éste se paralizó con un gobierno franquista. Y ha vuelto a pasar. Desde 2007 los vecinos de La Barceloneta llevan mostrando su rechazo al «plan de los ascensores» y el 27 de enero la Comissió d’Urbanisme, Infraestructures i Habitatge de l’Ajuntament de Barcelona acordó suspender el pla dels ascensors, a partir de una propuesta de ERC y con el apoyo de todos los partidos políticos. Esta suspensión afecta a la tramitación de los PMUs (Pla de Millora Urbana), el planeamiento mediante el cual se desarrollava la Modificació del PGM que se conoce como “plan de los ascensores”.
Tecnicismos al margen, la voluntad del PSC de aplicar el plan a toda costa queda reflejada en declaraciones de diferentes responsables políticos a lo largo de estos años: «Hemos aprobado este planeamiento, creemos que el futuro de La Barceloneta pasa por esta renovación» (Carles Martí, actual secretario de la Federació de Barcelona del PSC, 9 de marzo de 2007); 
«No habrá una moratoria del plan de los ascensores de La Barceloneta» (J. Hereu, debate organizado por la FAVB con los alcaldables el 23 de mayo de 2007).
Después vino la crisis, pero en 2009 Hereu seguía afirmando: «El Plan de los Ascensores, que también es un plan firmado con todos los sectores que tienen que ver con el hecho, sencillo pero importantísimo, de poner un ascensor en un edificio. Este es uno de los símbolos de este plan» (15 de junio de 2009).
La oposición vecinal, encabezada por la avv l’òstia y la plataforma en defensa de La Barceloneta y respaldada por un numerosos vecinos del barrio, técnicos, colectivos, entidades y expertos a nivel de ciudad, nunca se manifestó en contra de los ascensores. Sí lo hizo, en numerosas ocasiones, contra un plan urbanístico que reconocía en su propia redacción “puede comportar irremediablemente la pérdida de hasta el 20% de las viviendas existentes en los ámbitos que se delimiten […]»1.
Los cuatro años de lucha popular contra el plan de los ascensores han demostrado que la crítica se puede llevar a cabo creando. La crítica al plan de los ascensores contiene una visión global de barrio inclusivo, generador de comunidad y de confrontación contra las políticas que provocan injusticias sociales. Al Ayuntamiento los planes le han salido mal. El plan de los ascensores, concebido para que el capital privado regenerara el mercado inmobiliario del barrio marítimo, se elaboró con una total ausencia de participación e información a los vecinos, que tuvieron que enterarse de su existencia a través de la prensa. No contentos con esto, el PSC coptó la asociación de vecinos histórica2 mediante la inclusión en la junta de la misma de Julián García, marido de la Consellera de barri nombrada a dedo por el partido socialista. Sin embargo, la propaganda desplegada por el Ayuntamiento a favor del plan (octavillas con falsas promesas que no se recogían en ningún acuerdo escrito o que contradecían al planeamiento, una oficina de información con técnicos que desconocían el plan y sólo repetían los eslóganes del consistorio…) topó de frente con unas vecinas bien informadas que no estaban dispuestas a que la elitización del barrio se llevara a cabo con una impunidad a la que PSC, ERC y ICV están demasiado acostumbrados.
El problema de “cómo controlar la Barceloneta” y las devastadoras consecuencias de la política municipal en Ciutat Vella obligaron a nombrar a Itziar González regidora del Distrito, quien paró políticamente un plan que ya había sido desterrado por la oposición vecinal. No obstante, el PSC y su socio de gobierno ICV no estaban dispuestos a tirar la toalla tan rápido, el plan de los ascensores tal y como venía denunciando la crítica vecinal, no tenía fecha de caducidad: podía mantenerse en un cajón hasta que los vecinos se agotaran. Pero los incesantes intentos de suicidio de un PSC ya en la UVI le han hecho seguir las recomendaciones del médico: no por salud democrática, sino en un intento a la desesperada de esconder debajo de la rohída alfombra del Ayuntamiento las prácticas autoritarias – plasmadas a nivel urbanístico en mamotretos como el Hotel Vela, la Diagonal Mar o el plan de los ascensores, por citar algunos ejemplos- de cara a unas municipales que lo presentan como el claro perdedor.
La votación a favor de la suspensión del plan de los ascensores del pasado 27 de enero simboliza también el miedo de CiU a perder un ilusorio acercamiento (en el que ha desplazado deliberadamente a un tercer plano sus políticas privatizadoras o de «cofinançament») a las realidades de Ciutat Vella y no podía dejar pasar la oportunidad de decir (sin gesticular) que ellos también están en contra del plan de los ascensores. Que todos los partidos políticos votaran a favor de la suspensión es un síntoma: la calle les da miedo, y en el caso de la Barceloneta ésta se ha hecho oir. Técnicamente lo que se ha suspendido es la posibilidad de aplicar el plan de los ascensores, pero la técnica y el fascismo acostumbran a ser buenos aliados; así que políticamente lo que ha ocurrido es una victoria vecinal. 
Esta victoria es parcial, ya que el Ayuntamiento ya ha encargado la elaboración de un nuevo plan.
No es la primera vez que La Barceloneta para un plan urbanístico, ya pasó en 1972. Años más tarde, parte de ese tejido social se sumó a la elaboración de los planes populares. Aunque los individuos no fueran los mismos, el paso fue de la protesta a la propuesta. Porque en una ciudad con todos los partidos políticos pendientes de rentabilizar el territorio, la una está incluída en la otra. Y es lo que pretenden demostrar ahora todas la entidades y vecinos de La Barceloneta que están impulsando una «xarxa del barri» desde la que coordinarse para intervenir en la redacción del nuevo plan urbanístico de La Barceloneta (en marcha desde junio de 2010). Si el Ayuntamiento aprobó un plan que no se ha llegado a aplicar tal vez por la crisis, pero seguro por la oposición vecinal, el mínimo gesto con el que puede enmendar su error es redactar el nuevo plan desde una diagnosi participada con el barrio e incluyendo las propuestas vecinales en la reddacción. Sólo así es posible crear un plan para generar comunidad, que es la demanda vecinal. La participación, y La Barceloneta lo tiene claro, es capacidad de decisión.
Ahora no hay excusas: para los vecinos movilizarse tiene sentido, para el Ayuntamiento actuar democráticamente es una obligación. Los planes no les han salido bien, pero les pueden salir peor si siguen desoyendo las demandas populares.
1 Modificació pág.11
2 La expulsión de Julián García del sindicato (Ver artículo en este mismo número) y la pérdida de legitimidad de su esposa, Paca Quiñonero, han permitido que la AA.VV. Barceloneta vuelva ejercer un trabajo para el barrio. 
Artículo publicado en el número 58 de Masala
Enviat per gleichgueltig
labarcelonetaambelaiguaalcoll
14-03-2011

Leave a Reply